La Ruta Mágica del Vino desde Borja hasta Peñafiel siguiendo la Ribera del Duero

Desde las llanuras de Borja hasta las colinas de Peñafiel, ocho Pueblos Mágicos cuentan la historia detrás de las viñas y de las denominaciones de origen de vino de este territorio. Pero más allá de sus viñedos y bodegas, explorar la riqueza de la cautivadora Ribera del Duero y su patrimonio, será una experiencia más de esta emocionante ruta.

Al noroeste de la provincia de Zaragoza, los vinos de denominación de origen Campo de Borja, conocidos por su variedad de uva garnacha, con la que se elaboran tintos de intenso color y sabor afrutado, ocupan la bella localidad de Borja. Para conocer más sobre ellos, podemos dirigirnos a Bodega Borsao, una de las principales productoras de garnacha del mundo. Los orígenes de Borja arrancan en la prehistoria. Recorriendo sus calles, encontraremos la Colegiata de Santa María, levantada sobre un templo románico, el castillo de la Zuda o el santuario de la Misericordia, que se ha popularizado por acoger el Ecce Homo, una pintura mural de Jesucristo que sufrió un fallido intento de restauración.

Extensas hileras de cepas dibujan un mar verde de camino a Ariza. Vinos tintos y rosados, con notas de frutos rojos y un perfecto equilibrio entre acidez y dulzura definen la D.O. Calatayud, propia del lugar. Se trata de vinos producidos con uvas garnacha, tempranillo y syrah. El entramado de callejuelas de Ariza nos transporta al medievo gracias a la iglesia de Santa María la Real, levantada en 1390 y reconstruida en el siglo XVI. En este Pueblo Mágico también merece la pena visitar el Palacio de los Marqueses de Ariza.

En el centro de Castilla y León, las murallas de Almazán, del siglo XII, abrazan calles y plazas de piedra que conducen a la iglesia de San Miguel o al palacio de los Hurtado Mendoza. En este municipio podremos degustar los vinos frescos y jóvenes que capturan la esencia soriana. Caldos bajo la denominación de vinos de la Tierra de Castilla y León, que ampara bodegas y bodegueros que no se encuentran en ninguna otra denominación de origen del territorio castellano leonés.

Desde la típica plaza castellana, nos despedimos de este bello pueblo amurallado para poner rumbo a Viana, cuyas murallas son de un siglo más tarde. Aquí son los viñedos con D.O. Navarra los que ocupan los paisajes. Elaborados con gran variedad de uvas, podremos degustarlos en Bodegas Ondarre, con una tipicidad definida por la diversidad de suelos y la disposición de pequeños y viejos viñedos que trepan hacia la sierra.

Los meandros del río Ebro serpentean entre más viñedos en el corazón de La Rioja Alavesa. Será Elciego el pueblo perfecto para conocer los vinos elegantes y complejos de la región, así como su historia. Las formas imposibles de las Bodegas Marqués de Riscal nos reciben. Fueron proyectadas por el célebre arquitecto Frank Gehry evocando los colores del vino. Además de recorrerla, es posible comer en su galardonado restaurante y dormir en su exclusivo hotel. Una experiencia completa con la que adentrarse en la D.O. Rioja Alavesa. Más cerca del centro histórico, Valdelana es otra bodega que bien merece una visita para comprender la importancia del vino en la región.

La siguiente parada de nuestra ruta nos deja con los vinos D.O. Rioja Alta en Cuzcurrita de Río Tirón. Situada a orillas de la vía fluvial que le da nombre, esta localidad exhibe un hermoso patrimonio arquitectónico compuesto por iglesias, palacetes y vetustas bodegas. Su casco histórico, amurallado desde el siglo XIV, acoge la indispensable Plaza Mayor, en la que se encuentra la iglesia de San Miguel, declarada Monumento Nacional en 1978. A las afueras de la muralla, una fortaleza de planta cuadrada irregular protegía la ciudad. A su lado encontramos un lavadero del siglo XIX que aprovechaba las aguas del cercano río.

Los vinos de Ribera del Duero llegan con Peñaranda de Duero y Peñafiel, dos Pueblos Mágicos con extensa historia vitivinícola. Aquí podremos visitar bodegas como Pago de Carraovejas. El castillo de Peñaranda de Duero, levantado en el siglo X, está declarado Monumento Histórico Artístico al Palacio de Avellaneda, y el pueblo, construido en adobe, piedra y madera. Merece la pena dejarse caer en la Plaza Mayor y en la Iglesia excolegiata de Santa Ana.

El castillo de Peñafiel fue restaurado en el mismo siglo, aunque edificado en el X. Aquí la historia vinícola se cuenta en su Museo del Vino y la del pueblo en la Plaza del Coso, un sorprendente espacio público creado en la Edad Media para celebrar eventos taurinos.

Descubre esta primera parte de la Ruta Mágica del Vino en el mapa interactivo.