El pueblo de Badajoz que parece sacado de una película Disney

Casas blancas, torres altas y cerdo ibérico.

La plaza Grande, bien rodeada y con sombra fresca
La plaza Grande, bien rodeada y con sombra fresca / Istock / Rudolf Ernst

La belleza en el sur es así, blanca y encalada, de rincones frescos en verano, cálidos en invierno, de callejones y callejas, de más rincones dentro de esos callejones, de ventanas y contraventanas abiertas, de sillas al caer la tarde, de tomar la fresca, de tomar el vino, de tomar la vida a sorbos lentos, a tragos largos, según se precise, de buscar un motivo, casi cualquiera, para echar un cante, para echar un baile, para echar a reír. Y hay pueblos, muchos, con esta forma de vivir, con esta belleza tan característica del sur, de Extremadura, en este caso, de Badajoz, tierra imperial, tierra de historia y, ojalá, de futuro. No tardarán los estudios norteamericanos (los estadounidenses), Pixard, Disney y compañía en llenar estas latitudes de cine, de llevarse y mostrar al mundo este pedazo de España, de esta España nuestra. Me olvidaba, hoy visitamos Zafra, linda y sorpresiva Zafra.

El campanario y el cielo de Zafra guian el paseo

El campanario y el cielo de Zafra guian el paseo

/ Istock / David Andres Gurierrez

Qué no te puedes perder

Si vienes a Zafra, conocida como “Sevilla la chica”, una muy buena presentación, hay algunos lugares que tienes que pasear, que tienes que husmear. Por aquí pasaba la “vía de la Plata” de la Hispania romana, y el legado es amplio. Un alcázar del siglo XV, con aspecto militar y aires palaciegos: hoy en día es un parador turístico. Una muralla de piedra también del siglo XV, y rodeaba por completo el alcázar. Hoy se conservan tres de las ocho puertas. La plaza Grande es hermosa y está, claro, en el centro del pueblo. A través del popular “Arquillo del pan”, se conecta con su hermana menor, la plaza Chica. También están la iglesia de La Candelaria, la iglesia de San José y multitud de conventos, principalmente del siglo XVI.

El buen comer extremeño

Y llega la hora de sentarse, de ponerse tenedores a la obra y saborear la tierra de conquistadores. ¿Y qué se come aquí? De todo, y todo bueno, pero más que nada y por encima de lo demás: cerdo ibérico. Lo alimentan con bellotas de encinares de la región y produce un jamón que quita el hipo y el sentido. Además del jamón, hay chorizo, lomo embuchado, salchichón, morcilla, longanizas y más, más, más. Orejas, manos, panceta, caldillo. Ya se sabe, hasta el suelo que pisa nos comeríamos del cerdo.

El verdadero protagonista del viaje: el jamón

El verdadero protagonista del viaje: el jamón

/ Istock / WHPics

Si ya no quieres más cerdo, viene el gazpacho, el cocido, las migas, la manteca colorada, el revuelto de espárragos y que alguien me pare, porque estoy salivando sobre el teclado. Y ya me voy para Zafra, que he reservado mesa para probarlo todo. 

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