5 rincones de Berlín que todavía no conoces

El viajero que llega a Berlín descubre siempre nuevos matices y rincones únicos, que demuestran que la ciudad es, en sí misma, un tesoro que fusiona en sus calles y barrios la historia, la cultura y la modernidad de una forma excepcional.

Más allá de los restos que quedan del Muro, la isla de los Museos, Alexanderplatz y su Torre de TV o el Reichstag, hoy vamos a pasear por 5 rincones desconocidos de Berlín que todavía no conoces, pero que forman parte del ADN de la ciudad y son claves para entender parte de su historia. Además, y a modo de aperitivo, aquí tienes 10 pistas útiles que te vendrán de perlas si es la primera vez que visitas la capital de Alemania. 

Debemos abandonar el centro de Berlín para descubrir un lugar de lo más inquietante: Spreepark. Se trata de un parque de atracciones abandonado conocido anteriormente como Plänterwald Kulturpark y está ubicado en el distrito Treptow-Köpenick. 

El parque estuvo abierto durante 20 años (desde 1969 hasta 1989) y constituyó el mayor centro de ocio para los habitantes de la República Democrática Alemana. Actualmente se encuentra en un estado de abandono, por lo que constituye un enclave perfecto para los amantes del Turismo Dark y, aunque está cerrado al público, existen numerosos puntos que permitirán acceder al complejo sin dificultad.

Los viajeros que llegan a Berlín suelen quedar tan impresionados con el Monumento al Holocausto que prefieren dedicar su viaje a conocer sitios algo más ‘alegres’. Ahora bien, con independencia del tabú que supone la muerte en la cultura occidental, lo cierto es que en la ciudad hay algún cementerio que bien merece una visita: Dorotheenstadt.

Nos trasladamos hasta la casa museo del escritor Bertolt Brech para descubrir un camposanto en sus inmediaciones. Allí se encuentran los restos del escritor y su mujer, así como de otros personajes ilustres como el también escritor Heinrich Mann o los filósofos Hegel y Fichte. Uno de los lugares más sorprendentes de este cementerio es su capilla principal, restaurada en 2015, con una instalación de luz del artista James Turrell.

Teufelsberg, conocida como la montaña del diablo, es una colina artificial situada al oeste de Berlín formada a partir de un vertido de escombros procedente de la Segunda Guerra Mundial. Y allí, desde 1950 hasta la caída del Muro de Berlín en 1991 estuvo instalada una de las estaciones de escucha de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos más grande del mundo.

Más tarde las instalaciones se utilizaron para el control del tráfico aéreo, pero desde 1999 el edificio permanece vacío. Pasear por las inmediaciones es un plan de lo más sugerente para todos aquellos viajeros que se sienten atraídos por los lugares abandonados. Además, cuenta con una buena muestra de arte urbano.

Otro rincón desconocido de Berlín es la Casa Budista de Fronhau, que se considera el templo budista más antiguo de Europa. El constructor de este curioso templo fue el médico Paul Dahlke, que conoció el budismo en sus viajes por Asia y, años más tarde, se convirtió en maestro de esta religión. 

Nada más cruzar la puerta con varios elefantes, hay que andar a lo largo de los ocho tramos de escalera que simbolizan los ocho senderos que Buda siguió para alcanzar la salvación. Una vez arriba descubrimos un coqueto jardín, el templo y una vivienda que alberga una importante biblioteca budista. El templo y la biblioteca abren diariamente y se pueden descubrir de forma particular o participando en alguna de las visitas guiadas que se organizan.

Nuestra última parada nos lleva hasta Leipziger Platz para descubrir un museo inaugurado en 2015 dedicado al mundo del espionaje. Con más de 3.000 metros cuadrados, el museo se centra en las actividades de inteligencia durante la Guerra Fría y muestra numerosos objetos y herramientas originales que van desde mecheros con minicámaras incorporadas hasta una cámara de la KGB colocada en un lápiz de labios.

Lo más interesante del museo (que no llega a las dimensiones del museo del espionaje más grande del mundo, pero poco le falta) es que, además de contar con diversas exposiciones relacionadas con el mundo del espionaje, ofrece a los visitantes la posibilidad de convertirse en espías durante su visita. Tendrán que buscar micrófonos ocultos, poner a prueba a otros visitantes mediante un detector de mentiras, hacer un curso de láser o codificar textos.

En definitiva, Berlín es mucho más que sus sitios archiconocidos y siempre tiene algo nuevo que ofrecer al viajero. Y, para muestra, estos 5 rincones ocultos para que descubras la ciudad desde una perspectiva nueva.